sabato 12 maggio 2012

Clericus Cup, cuando el fútbol entra en la iglesia


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De acuerdo a una creencia común, el fútbol es como la religión. De hecho, es una religión. Los fanáticos están entregados totalmente a su equipo favorito, se saben de memoria los nombres del once titular como si fueran los Diez Mandamientos. Además, las gradas del estadio son como los bancos de la iglesia: cada fin de semana hay gente que se sinta ahí, alguien para ver un partido de fútbol, otra para seguir la misa.

A la religión ciertamente le preocupa el fútbol y la relación puede ser a veces problemática. Tomemos el caso de la dura rivalidad entre el católico Celtic y los protestantes Rangers en Glasgow, o el sectarismo promovido por los fans del Beitar Jerusalem. No obstante, si estás buscando una conexión pacífica, la Ciudad del Vaticano es definitivamente el sitio en el que estar.

No habrá luces de colores, ni ruidosos tambores hoy en el centro deportivo Pontificio Oratorio de San Pedro en las colinas, justo por encima del Vaticano. Aquí, sobre un campo en césped artificial, desde el que se obtiene una imponente vista de la monumental cúpula de la Basílica de San Pedro, un equipo, o bien el Gregoriana o bien el North American Martyrs, levantará la Clericus Cup. Es una competición para curas y seminaristas de la Iglesia Católica, organizados por la asociación cristiana Centro Sportivo Italiano.

Originado en el 2006, el Clericus Cup puede apenas ser considerado un campeonato nacional, puesto que el Vaticano tiene una población de tan solo 832 habitantes. Debería ser interpretado como un tipo de Copa del Mundo papal, con futbolistas que proceden de 65 países diferentes. Ni que decir tiene que los brasileños son los más dotados, pero los americanos y los mejicanos y, por supuesto, italianos también aportan un nivel decente.


La Clericus Cup está estructurada exactamente igual que los campeonatos europeos. Dieciséis equipos son divididos en cuatro grupos y ocho de ellos pasan a la segunda fase, una etapa de eliminación directa con octavos de final, cuartos y semifinales. Una peculiaridad de la competición es el uso de la ‘tarjeta azul’, la cual implica una expulsión de cinco minutos debido a una conducta antideportiva.

Este año, el trofeo (un balón con sombrero de clero) será el punto de controversia entre los actuales campeones de la Pontificia Università Gregoriana y del North American Martyrs, quienes nunca han triunfado pese a haber jugado dos partidos finales de seguido. En la semifinal, la Gregoriana aplastó a los Sedes Sapientiae gracias a un penalti de Jonas Klur, un mediocampista alemán que encumbra a Bastian Schweinsteiger y que dedicó el gol ganador al Papa Benedicto XVI. Por su parte, los Martyrs derrotaron el Mater Ecclesieae con un cómodo 2-0 anotado por el gol de Mark Paver, un anglo-americano seguidor del Manchester United.

Sin embargo, la Clericus Cup es solamente el fenómeno deportivo más reciente a la sombre de la cúpula. El fútbol fue introducido en la Santa Sede en el siglo 16 y el primer partido tuvo lugar el 7 de enero de 1521 en presencia del Papa León X, de acuerdo al periódico vaticano L´Osservatore Romano. El partido se jugó siguiendo las reglas del calcio florentino, un primitivo tipo de fútbol practicado en Florencia. Más tarde, dos equipos locales, Belvedere y Rospigliosi, se encontraron en repetidas ocasiones, siendo esto un tipo de anticipación del derby de la Ciudad Eterna entre la Lazio y la Roma.

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El primer intento de fútbol en la era moderna fue encarnado por un torneo de cuatro equipos en 1947, aunque el campeonato nacional del Vaticano se hubiera establecido únicamente desde 1973. A Sergio Valci, un antiguo defensor amateur y actual presidente de la asociación de fútbol de la Ciudad del Vaticano, le fue asignada la organización del torneo, su pasión por el fútbol siendo renombrada en la Santa Sede.

Apoyado financieramente por el cardinal Sergio Guerri, el primer campeonato del Vaticano fue disputado entre siete equipos que jugaron sus partidos los lunes por la noche en el Pontificio Oratorio. El Osservatore Romano ganó el título gracias a tres “imparables tipógrafos”, rememora Valci en una entrevista dada al periódico homónimo.

Jugadores notables de esos años son el portero Antonello Belli, quien jugó para el Poste (el equipo del correo postal del Vaticano) después de sus primeros años en la cantera de la Lazio, y los delanteros Bruno Mariotti y Gino Di Manno, quien por contrario se formó en el equipo juvenil de la Roma.

La Copa Vaticano, correspondiente a la Copa del Rey, fue introducida en 1985, pero nueve años más tarde la liga nacional fue puesta en escena por última vez. Torneos oficiales no fueron jugados durante más de una década, al menos hasta el establecimiento de la Clericus Cup.


Una vez más, Valci fue una de las figuras destacadas que promovieron la formación de esta nueva competición. Él encontró un hincha en el Cardenal Secretario del Estado Tarcisio Bertone, un ardiente fan de la Juventus que comentó alguno de los derbis de Roma para la Radio Vaticana y partidos en Génova cuando sirvió como arzobispo en la ciudad.

Además, cuando Joseph Ratzinger fue elegido Papa, éste otro le comentó al periódico italiano La Repubblica que “la Iglesia había encontrado a su Beckenbauer”, refiriéndose a ambas cosas: nacionalidad y equipo favorito de Benedicto XVI. Ésta no es la única anécdota que rodea al Clericus Cup. Se cree que el cardenal José Saraiva Martins, el prefecto de la Congregación par alas Causas de los Santos, se enfrentó al legendario extremo derecho brasileño Garrincha mientras jugaba en la cantera del Benfica.

Todo el mundo en la Santa Sede todavía recuerda cuando Bertone anunció en el 2006 la posibilidad de presenter al equipo vaticano a la liga profesional italiana. “Fue una broma”, admitió más tarde. “Habría sido demasiado caro para nosotros”. Y el futuro del fútbol en el Vaticano se encuentra en un nivel amateur”.

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El sueño de un equipo nacional vaticano jugando a nivel internacional permanecerá sin completar igualmente. “Es imposible unirse a la FIFA o a la UEFA, dado que la mayoría de nuestros jugadores en nuestra liga son italianos”, explicó Valci.

Sin embargo, existe una clase de selección nacional vaticano, formado principalmente por miembros del Consejo Papal y guardias de museos (ciudadanos italianos), que viste camisetas amarillas y blancas. Hicieron su debut en 1985 y jugaron en los dos últimos años contra el equipo nacional de Mónaco y hasta aquello de la Palestina.

La asociación vaticana de fútbol le ha ofrecido al entrenador actual de Irlanda, Giovanni Trapattoni, entrenar su selección nacional. Bertone ha etiquetado la idea el mismo como “inviable”, pese a que Trapattoni afirmase que le gustaría entrenar al equipo vaticano una vez que se retirase del fútbol profesional.

Siguiendo la perspectiva católica del mundo, ¿es más importante el fútbol en el cielo que aquello en la tierra?

Tal vez, el difunto entrenador inglés Brian Clough, que ganó dos Copas de Campeones de seguido con el Nottingham Forest, desentrañaría el enigma con una frase famosa: “Si Dios hubiera querido que jugáramos al fútbol en el cielo, habría puesto hierba allí.”


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